En estos tiempos la restauración de las piezas dentales seguía siendo muy difícil. Al introducirse la anestesia y la vulcanita, la extracción dentaria se convirtió en una clara alternativa en el consultorio del dentista. La odontología preventiva y conservadora esperaba la invención de nuevos equipos dentales capaces de permitir al profesional tallar piezas dentales con precisión, de modo que se desarrollaron diferentes modelos. Pierre Fauchard había introducido algunos modelos de tornos, desde uno sencillo; un taladro de anillo que se hacía girar entre el pulgar y el índice, hasta uno ineficaz que consistía en un pesado y tosco instrumento de relojería. Charles Ferry había generado un torno de mano el que no era muy eficaz. A este prototipo el ingenioso James Beal Morrison le incorporó un cable que llegaba a un pedal, con el cual daba la fuerza suficiente para pulir delicadamente los dientes. Este torno a pedal fue patentado en el año 1871.

La S.S. White Company mejoró el diseño haciéndolo más seguro. En el año 1872 lanzó al mercado el primer torno eléctrico, inventado por George F. Green pero no tuvo mucho éxito debido a que el motor estaba incorporado directamente en la empuñadura del instrumento y esto lo hacía extremadamente pesado e incómodo. Otro motivo por el cual no tuvo éxito este modelo fue que en la mayoría de las consultas realizadas en el campo aún no había electricidad, por lo que se siguió utilizando el torno a pedal.

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